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Es un hecho que la actual industria alimentaria desperdicia toneladas de frutas y verduras por razones de calibre, forma o color. Los consumidores nos hemos acostumbrado (o nos han acostumbrado) a consumir productos homogéneos en forma, color, tamaño y punto de maduración. Es obvio que en los campos de cultivo, crecen miles de toneladas de productos que son desechados por estas causas y que, literalmente, sobran.
La actual situación económica está haciendo que cambiemos nuestras costumbres de una manera acelerada. Esto incluye la recuperación de viejos usos olvidados en la era de la abundancia, por ejemplo la costumbre de espigar.
Espigar es una actividad que se realizaba en los campos después de las cosechas, principalmente debe su nombre a la recolección de las espigas que los segadores abandonaban en los campos. Esta actividad se realizaba por parte de los más pobres que así podían aprovechar un excedente y poder sobrevivir. Aunque la acepción se enfoque en el cereal el significado genérico de espigar es recoger los restos de cosechas una vez recolectados (con el beneplácito del propietario). Otro ejemplo de espigar se daba en las salinas del sur donde los chiquillos recogían la sal que se caía de los serones de las caballerías en su traslado de la salina al molino.
Por suerto o por desgracia, la costumbre de espigar vuelve a nuestros campos y ciudades, muchos son los que viven de buscar alimentos entre los desperdicios y los sobrantes de restaurantes y supermercados.
En el campo pasa lo mismo. En este video de la francesa Agnés Varda podemos ver como son los espigadores modernos en Francia.
EsDeRaíz