¡Tu carrito está actualmente vacío!
La llamada «huerta de Europa» despliega sus invernaderos en la costa Almeriense. Son más de 30 mil hectáreas de cultivos bajo invernadero que han convertido a esta provincia andaluza en una de las principales productoras mundiales de hortalizas (principalmente tomates, pimientos, pepinos y calabacines).
Lejos quedan ya los años 50 del pasado siglo, cuando los agricultores almerienses aprendieron, con la ayuda de los invernaderos, a sacarle 3 cosechas al año a su árida tierra. El impacto sobre la economía de este rincón de nuestra geografía ha sido brutal, como también lo ha sido el impacto sobre el medio ambiente, del cual son conscientes los propios agricultores. Con los acuíferos esquilmados y miles de toneladas de residuos sin tratar los problemas ambientales han ido paralelos al desarrollo económico de la región.
Teniendo en cuenta que el consumo medio de una hectárea de invernadero es de 5500 m3 de agua al año, podemos entender el estado de sobreexplotación de los acuíferos. Pese a la declaración en 1984 de sobreexplotación y la prohibición de la Junta de Andalucía de nuevas extracciones, la superficie de invernaderos no ha parado de crecer.
La gestión de las miles de toneladas de residuos generadas por el mar de plásticos no han sido gestionadas correctamente. Hasta hace poco era práctica común el enterramiento e incluso la incineración descontrolada de los residuos.
La agricultura intensiva basada en la masiva utilización de plaguicidas químicos también tiene su impacto en la salud de los agricultores. Durante mucho tiempo, la aplicación de estos productos altamente peligrosos se ha realizado sin las mínimas medidas de seguridad. Por desgracia las consecuencias de la utilización inadecuada de estos productos se están viendo décadas después.
Actualmente los problemas del sector se multiplican. Los costes de explotación (semillas, invernaderos, fitosanitarios, combustibles, etc) se han disparado, mientras los precios siguen bajando. La competencia de productos procedentes del norte de África también es preocupante y la reciente «crisis del pepino» ha puesto en evidencia lo frágil del actual sistema productivo.
La presión de las grandes cadenas de distribución ha hecho bajar los precios, muchas veces por debajo de los costes de producción. Cooperativas y sociedades agrarias intentan concentrar la oferta para defender los precios, aún así hay muchos agricultores que van por libre y subastan sus cosechas, casi siempre a la baja, en las alhóndigas.
Por si esto no fuera suficiente las condiciones en las cuales viven y trabajan los miles de inmigrantes del campo Almeriense se han puesto en evidencia incluso a nivel internacional, tal como denunciaba hace un año el periódico británico The Guardian.
Las actuaciones presentes del sector de la agricultura intensiva en Almería indican que las cosas han cambiando. Actualmente la lucha biológica contra las plagas está desplazando al uso de plaguicidas. También el cambio de producción de agricultura convencional a producción integrada (con una mayor sensibilidad en el uso de los recursos) e incluso a producción ecológica es una realidad.
La industria auxiliar relacionada con productos de IV y V gama es puntera y la investigación en nuevas técnicas de producción como los cultivos hidropónicos o los invernaderos robotizados es evidente. En 2010 el sector llegó a su récord de ventas y gran parte de la mano de obra de la construcción fue absorbida por la agricultura.
Pero, ¿hay un futuro sostenible en el modelo Almeriense?
Determinados problemas siguen sin resolverse, básicamente los precios que se pagan en origen a los agricultores, lo cual no hace sino menguar sus rentas.
Con una oferta y una demanda concentradas y distantes una de la otra, incluso miles de kilómetros, el control de los precios por parte de grandes distribuidores es inevitable. Los problemas ambientales siguen siendo acuciantes. Escasez de agua, coste energético, escasez de terreno cultivable y necesidad de una gestión eficiente de los residuos.
Por último la competencia de países como Marruecos, liderada muchas veces por los propios empresarios de Almería que han trasladado sus negocios al norte de África donde los costes laborales y los requisitos ambientales son menos exigentes, sigue mermando los rendimientos de los agricultores.
¿Será la agricultura intensiva capaz de dar solución a estos problemas?, parece que las estrategias del sector se basan en la investigación en nuevos cultivos y mejores técnicas de producción así como el desarrollo de la industria de trasformación pero, ¿será suficiente para asegurar la sostenibilidad del sector?
Quizá nadie se plantea si un modelo basado en la producción en cantidad para abastecer mercados distantes a través de grandes redes de distribución, es en si mismo sostenible. Quizá nadie se plantea que un sector regulado por una política agraria comunitaria equivocada, que subvenciona a sus productores mientras consume productos importados está condenada al fracaso…¿Vosotros que pensáis?.
EsDeRaíz