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EsDeRaíz

El día día nos roba todo el tiempo, apenas tenemos algo para dedicarle a este blog. No obstante, con la incorporación de Ana Belén al equipo de EsDeRaíz, podemos encontrar algún momento para retomar una actividad fundamental para nosotros. Visitar a nuestros productores y contaros de primer mano cómo trabajan.

Javier Jara cumple perfectamente con lo que perseguimos en EsDeRaíz. Un agricultor comprometido que cultiva en ecológico frutas y verduras de la mayor calidad. Además, está luchando por no perder las variedades autóctonas, tan denostadas por el mercado y tan valiosas para nuestro acervo genético. La cuadratura del círculo!

Los que habéis probado sus cerezas, higos, manzanas y frutos secos ya sabéis de lo que estamos hablando.

Aprovechando este suave otoño nos acercamos a El Hornillo, un pequeño pueblo situado a unos pocos kilómetros de Arenas de San Pedro en Ávila. Para el que no conozca esta zona, comentarle que disfruta de dos factores fundamentales para el cultivo de los frutales. Un microclima privilegiado (suaves inviernos y veranos no muy calurosos) y agua abundante (que proviene de la Sierra de Gredos). Esto hace que esta zona sea un rincón privilegiado para los frutales. De hecho cuando nos adentramos en la sinuosa carretera que nos lleva a El Hornillo, ya vemos lo que nos espera. Higueras, melocotonares, castaños, perales, caquis, kiwis, manzanos y como no, cerezos.

Javier nos espera a pie de carretera y con el nos vamos a ver sus fincas y a indagar acerca de su manera de trabajar. Javier estudió comercio exterior y trabajó durante 15 años en Madrid en el aeropuerto, antes de volver a su pueblo para encargarse de las tierras de la familia.

Esta es la crónica de una visita para descubrir una agricultura de alta montaña.

Javier, ¿cuéntanos de donde viene la tradición de cultivar frutales aquí?

Bueno, heredé estas tierras de mi familia, algunos de los árboles que tenemos aquí fueron plantados por mi abuelo y tienen cerca de 70 años. Tengo 2 fincas con un total de unas 3 Ha aproximadamente que cuentan con una particularidad. Las fincas están dispuestas en laderas con una gran pendiente. Para hacer viable el cultivo, establecimos un sistema de bancales para aprovechar el terreno.

Gran parte de estas fincas eran terreno de pastos para el ganado y los árboles estaban dispuestos aleatoriamente. Durante este tiempo he trabajado en distribuir de una manera más racional los frutales y en plantar más variedad de árboles, antes casi todo eran cerezos.

Paseando por las fincas de Javier uno descubre un terreno abrupto donde se disponen numerosos árboles de gran porte y magnífico aspecto. Destacan los cerezos de 3 y 4 metros de alto, unos árboles muy diferentes a los frutales de las explotaciones digamos modernas, donde se trabaja para conseguir árboles de escaso porte donde recolectar sea sencillo y rápido. Aquí las cosas son diferentes, Javier ha ido podando estos ejemplares que antes podrían tener hasta 8 metros de alto para conseguir un equilibrio entre el tamaño del árbol y su productividad.

¿Porqué en ecológico?

Bueno, personalmente siempre he pensado que se podían hacer las cosas de otra manera. Desde siempre me atrajo la ecología y cosas relacionadas como la ornitología por lo que tenía muy claro como quería trabajar. Por las características de mis fincas es muy dificil lograr la certificación de producción ecológica (se necesitarían 10 metros de zona limítrofe entre fincas) no obstante trabajamos sin utilizar abonos de síntesis, ni herbicidas, pesticidas, etc. Además respetamos el desarrollo natural de los árboles no forzando su productividad. Así logramos tener árboles muy viejos en producción sin problemas.

Hace unos años formamos una organización que auna a una serie de productores de la zona con la misma filosofía. Productores Gredos Tiétar somos varios productores de frutas, verduras, huevos, miel, etc que nos hemos juntado para complementar la oferta de producto ecológico y natural.

¿Qué productos tienes?, ¿cómo es el cultivo?

Hay dos frutas principales de las cuales cogemos bastante cantidad, los higos y las cerezas. Tengo tanta producción que la mayoría de ella la tengo que vender a precio de convencional. Cuando entras en el circuito de comercialización te das cuenta que solamente se valora el aspecto y el calibre, el sabor da un poco igual. No tengo otro remedio que producir más cantidad de variedades más comerciales porque las autóctonas no se venden (mientras hablamos de esto recuerdo las cerezas autóctonas pequeñas que tuvimos este año en al tienda y que eran dulcísimas).

Trabajamos en ecológico, el abonado es con estiércol de un amigo al que le llevo los restos de las cosechas a cambio del estiércol de sus cabras. No utilizo ningún plaguicida, por ejemplo la higuera y el castaño precisan muy pocos cuidados y menos en esta zona. Lo más delicado son las cerezas, ciruelos, perales y manzanos. Ponemos dos tipos de trampas para la mosca de la fruta, unas tiras pegajosas que se utilizan en los olivos y unas trampas de agua azucarada donde entra la mosca y ya no puede salir. También utilizamos cola de caballo y ortiga para el pulgón y los hongos.

La mecanización es limitada, el acceso con maquinaria no es fácil y la recolección es manual. A cambio cosechamos unas frutas de muy buena calidad. En esta zona empezamos en primavera con la cereza, luego los melocotones y albaricoques, ciruelos, higos, peras, manzanas, frutos secos, kiwis y caquis. Prácticamente 8 meses al año recolectando frutas. Uno de los agricultores del grupo tiene también naranjas por los que tenemos fruta todo el año.

¿Cómo ves el futuro de la agricultura ecológica?

El futuro es ilusionante, cada vez más gente se acerca a este tipo de productos por varios motivos, muchos de ellos por tener una alimentación más saludable. Llevamos trabajando 6 años con grupos de consumo y cada vez hay más, eso sí hay que ir a Madrid que es el mercado de referencia. La clave de esto es seguir trabajando con producto de calidad, mantener una parte de nuestra producción de variedades autóctonas y seguir convenciendo a gente de la diferencia que aportan estos productos en cuanto a sabor, salud y protección del medio.

En este momento nos vamos a ver la otra finca de Javier, situada a casi 1200 m de altitud, por el camino vamos hablando de los problemas del mundo rural.

Javier nos cuenta que la mayoría de los habitantes del pueblo son jubilados que tienen sus tierras para ocio básicamente y que no quieren trabajar en exceso, por lo que utilizan herbicidas y plaguicidas. Sus hijos emigraron a la ciudad y no hay un relevo generacional, estas tierras se quedarán abandonadas cuando sus propietarios actuales las vayan dejando.

¿Has notado una vuelta al campo con la crisis?

Se está notando un interés por volver al campo, la crisis está pegando fuerte y hay mucha gente que se está planteando volver a vivir del campo o de la ganadería, la artesanía, etc. Hay que concienciar al consumidor para que valore el producto artesano en su justa medida, incluso debemos concienciar al agricultor tradicional. Te pongo un ejemplo, nosotros llevamos las aceitunas a la cooperativa de Arenas de San Pedro. Llevamos 10 años intentando convencer a los socios más veteranos de implantar 2 líneas de producción, una en convencional para hacer Aceite Virgen y otra en ecológico para elaborar Aceite Virgen Extra, pues no hay manera!

Cuando llegamos a la segunda finca Javier comenta que no tiene mucho sentido que en una zona de protección (parque nacional de la Sierra de Gredos) como es esta se establezca también como coto de caza, Javier aboga por una turismo ornitológico o de avistamiento de fauna más que la actividad cinegética. Subimos entre pinares y Javier nos comenta que esta zona es autóctona de robles y castaños pero que en el siglo XIX se repobló con pino resinero pensando en un aprovechamiento dela resina que no funcionó. Los pinos resineros son muy invasivos y es difícil mantenerlos a raya.

Una última reflexión

Hay otras formas de cultivar, se pueden obtener productos de calidad respetando el ciclo natural de los árboles, no utilizando pesticidas y recuperando variedades autóctonas. Necesitamos la complicidad del consumidor que debe entender las dificultades de esta forma de cultivo y valorar por encima de todo el sabor de las frutas y no tanto el calibre o el aspecto.

Paseamos por las tierras de Javier pensando que debe ser un privilegio trabajar la tierra en este entorno. Con el pico de los Galayos como pétreo vigilante nos despedimos de Javier y nos llevamos un gran recuerdo de este rincón de la Sierra de Gredos.

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