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Puede ser que aún haya gente que no se haya enterado, ¡rectifico, aún hay mucha gente que no se ha enterado!. Y lo peor, aún hay muchos gobernantes que no se han enterado y siguen cautivos en sus pequeñas peleas de poder cortoplacista.
Los peores augurios empiezan a ser evidentes. Cada actualización de datos del panel IPCC demuestra que los peores escenarios se cumplen y que lo hacen de una manera acelerada. Se baten registros de temperaturas medias anuales y su expresión en eventos extremos meteorológicos, ecológicos, económicos y sociales (pandemias, migraciones masivas, hambrunas, desabastecimiento, inundaciones, olas de frío y calor, huracanes, sequías, grandes nevadas) es cada vez más habitual, de tal manera que el ciudadano de a pie de cualquier parte del mundo (y especialmente del primer mundo) empieza a ver como su plácida existencia se ve alterada por estos molestos episodios que, cada vez, nos impiden llevar una vida “normal”. Si a esto sumamos la llegada del pico de extracción de los combustibles fósiles y su cada vez más evidente escasez, el panorama es realmente aterrador.
En lo que respecta a nuestro sector la impresión contrastada con productores y distribuidores es la creciente dificultad para la producción y distribución de alimentos. El fantasma del desabastecimiento está ahí.
El hecho de que, probablemente, nuestros nietos no tengan acceso a determinados alimentos/bebidas con los que hemos crecido y disfrutado, resulta descorazonador. ¿Estamos preparados para lo que se avecina?
¿Cuánto tardará en colapsar nuestro actual sistema alimentario?, ¿Cuál será la consecuencia que nos baje definitivamente al suelo?, ¿una concatenación de desastres de tipo meteorológico?, ¿un encarecimiento masivo de los productos derivado de la escasez energética?, ¿una crisis global de seguridad alimentaria provocada por algún patógeno? quién sabe….
¿Cuánto tiempo esperaremos para afrontar de manera serena, unitaria y planificada el colapso de nuestro actual modo de vida, que ya es inevitable?, ¿nos daremos cuenta que negar la evidencia o continuar con nuestra rutina como si no pasara nada es equivalente al toque de violín en la cubierta del Titanic?
Es bueno recordar que estrellarse a 20 km por hora o a 200 no tiene las mismas consecuencias. Deberíamos ponernos a trabajar desde ya.
¿Seremos capaces de reinventar una civilización que ha basado su éxito en la utilización masiva de energía barata en un entorno más o menos estable y lleno de recursos? ¿a qué precio se producirá ese cambio?
No se trata de salvar a la Tierra, se trata de salvar a la humanidad….¿hay esperanza?
EsDeRaiz