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A raíz de la publicación de los magníficos artículos de Esther Vivas»La alimentación bio, ¿puede morir de éxito?» y Brenda Chavez «El desembarco Eco» , y la próxima celebración de Biocultura Madrid donde habrá un debate acerca de cual es la situación actual del sector, nos gustaría, desde la experiencia de un pequeño operador como es EsDeRaíz, comentar cómo vemos el panorama:
Aumento de la demanda: Es evidente el aumento de la demanda de los productos ecológicos. Digamos que lo «bio» está de moda. A ello contribuyen diversos factores, entre otros, el mayor conocimiento del consumidor, las recomendaciones desde la administración y numerosos actores como médicos, nutricionistas, influencers, etc acerca de sus beneficios y la mayor preocupación del público por su salud y la del planeta .
Otros movimientos como el veganismo, la dieta vegetariana, la dieta paleo y otras fórmulas abogan por el consumo de productos ecológicos o al menos, productos no procesados y lo más «naturales» posible.
La llegada de la denominada economía social al campo de la alimentación también ha influido en que este sector sea ahora mismo una tendencia en alza.
Operadores clásicos: Hasta ahora eran los herbolarios y las ecotiendas los operadores a los que acudían los consumidores a abastecerse de este tipo de productos. Normalmente eran pequeños y medianos negocios especializados.
Comercios históricos del movimiento ecológico en Madrid como El Vergel, Economato Macabeo y Ecocentro a los que se han unido en los últimos años multitud de negocios basados en la comercialización de productos ecológicos. Los más veteranos y algunos de los nuevos operadores, han crecido para convertirse en medianas superficies con una abundantísima gama de productos ecológicos, desde los clásicos fruta y verdura, pan y lácteos hasta los más modernos carne al corte, cosmética e higiene.
Incorporación de nuevos operadores: Es lo habitual cuando algo empieza a ser tendencia. Los principales actores del sector de la industria agroalimentaria (grandes fabricantes, grupos de alimentación y la gran distribución) entran a por su parte del pastel. Ya son varias las grandes superficies con zonas específicas bio (Aldi, El Corte Inglés) o incluso con superficies especializadas en productos bio (Carrefour).
Grandes grupos especializados procedentes de otras comunidades y de otros paises con mayor experiencia en comercialización bio también han desembarcado en Madrid. Además inversores de todo tipo y grupos de capital riesgo están detrás de las nuevas aperturas de grandes tiendas especializadas bio.
De hecho algunas de las más importantes firmas agro alimentarias están posicionándose en el mercado con la adquisición de empresas familiares con gran trayectoria en la producción ecológica (Granero Integral, Sorribas, etc)
La autogestión: Paralelamente al desarrollo de estos modelos digamos «convencionales», otras modalidades basadas en la auto-gestión se han consolidado. Grupos de consumo y cooperativas.
Interesantes medios de comercialización de estos productos donde prima (o debería primar) el justo precio para el productor y para el consumidor y sobretodo la auto-gestión. Es importante el volumen que mueven estas modalidades y su apoyo a los operadores ecológicos. La falta de tiempo e implicación de muchos potenciales usuarios hace que no tengan una mayor difusión o que su funcionamiento sea irregular en el tiempo.
Las nuevas modalidades: Colmenas y otras modalidades de comercio directo organizado por empresas buscan también su parte del pastel. Bajo el reclamo del comercio directo y la economía colaborativa han aparecido con fuerza en nuestra ciudad y otras ciudades de nuestro entorno.
Muy Interesante el artículo al respecto de Gustavo Duch…
Los mercados de productores: Otra tendencia. Proliferan mercados de productores por todas las partes. Aquí se mezclan productores ecológicos, artesanos e industriales…no estaría mal una clara diferenciación para evitar confundir aún más al consumidor.
Pero, ¿somos profesionales?:
Bajo nuestro punto de vista el mercado ecológico sigue sin estar profesionalizado. Muchos operadores se lanzan a la producción ecológica con el gancho de mejores precios por el producto o por la idealización del concepto, sin analizar las enormes dificultades que conlleva producir en ecológico. Esto provoca mala planificación, distribución precaria, desenganche entre oferta y demanda, calidad irregular y muchas veces precariedad.
Muchos productores buscan desesperados nuevas vías de comercialización a través de mercados, grupos de consumo, colmenas, etc, perjudicando a las vías ya existentes al no realizarse una planificación de las zonas de demanda. No se respetan los principios básicos del comercio en cuanto a diferenciación de canales de comercialización, diferenciación de precios para distribución y para consumidor final, se canibalizan clientes y zonas, se colocan producciones de ecológico en el mercado convencional, etc, etc
Lo mismo pasa con los comercios. Es muy atractivo el hecho de montar una cuqui-tienda de productos ecológicos pero la realidad del día a día es otra. Stocks irregulares, precios desorbitados, escasa cualificación del personal, precariedad de los puestos de trabajo creados o directamente del negocio en su conjunto.
¿Y el consumidor?.
Pues hay de todo, pero en muchos casos se encuentra abrumado por la oferta y un poco confundido. Muchos de los nuevos consumidores aún no tienen claro qué es o qué debería ser un producto ecológico. Otra mucha gente se muestra refractaria al concepto por una identificación ideológica totalmente absurda. El consumidor concienciado y veterano busca ya la diferenciación, aunque podemos decir que el mercado aún se mueve básicamente por precio donde unas pocas marcas reconocibles agrupan la demanda.
Hay otros muchos perfiles que se pueden identificar cuando se regenta un comercio. Los modernos influencers más pendientes de su impacto en las redes sociales que del consumo responsable en sí mismo, los hipocondriacos con sus innumerables problemas alimenticios buscando soluciones, los buscadores de gangas, los curiosos, los escépticos, los despistados, los expertos, etc
Conclusión:
La conclusión de todo esto es que aún estamos lejos de ser un sector moderno y dinámico donde productores, operadores y consumidores salgan beneficiados. Bajo nuestro punto de vista deberíamos tener en cuenta:
Información: Hay que ofrecer al consumidor la mayor información acerca de los productos que compra. Especialmente en factores sociales que muchas veces son los grandes olvidados cuando hablamos de sostenibilidad. Bajo nuestro punto de vista debemos ir hacía una alimentación sostenible que vaya más allá de un sello o certificación y que incorpora factores como producto de temporada, razas y variedades autóctonas, fijación de población rural, emprendimiento rural, protección de la biodiversidad y los ecosistemas, etc
Profesionalidad: Debemos seguir trabajando para profesionalizar el sector, desde el productor al operador. Mejorando los procesos, la calidad de los productos, la distribución y la atención al consumidor.
Transversalidad: Deberíamos eliminar cierta identificación de este tipo de consumo con determinada ideología o tendencia sociopolítica. Nuestra salud y la de nuestro entorno no entienden de ideologías.
¿Seremos capaces de afrontar estos retos?…
EsDeRaíz